viernes, 14 de enero de 2011

Al diablo con la institucionalidad

Dos ministros de la Corte Suprema de Justicia, un integrante del Tribunal Superior de Justicia Electoral electo de un binomio, una terna colorada para Fiscalía General del Estado y representantes de la Cámara de Diputados que son reemplazados del Consejo de la Magistratura como si se tratara de jugadores de fútbol en un partido de 90 minutos, forman parte del explosivo coctel preparado por los diferentes sectores políticos para dañar aún más la ya resquebrajada institucionalidad de la Justicia.

No es nuevo. Por algo tenemos un representante del Consejo de la Magistratura con mandato vencido hace dos años, un fiscal general y un contralor general también con el tiempo agotado en el cargo, pero vigentes bajo el manto de la reconducción tácita, una figura que la Corte Suprema de Justicia se encargó de crear para provecho de sus miembros, pero que no se puede extender a otras instituciones.

Pero no deja de sorprender, aunque muchos piensen que la capacidad de asombro con los políticos ya se perdió hace tiempo.

Ocurre que antes cuidaban las formas. Aunque era un secreto a voces que para ingresar al Poder Judicial se debía contar con un padrino político de peso, por lo menos escuchábamos que iban analizar los legajos, la trayectoria profesional y la honestidad de los concursantes para luego conformar las ternas y por último elegir a los mejores.

Tal vez por eso y por la nueva situación política vivida en el Paraguay se presentaron 57 candidatos de muy buen nivel para someterse a concurso para el cargo de fiscal general del Estado.

Se hicieron dos semanas de audiencias públicas con invitaciones reiteradas a organizaciones civiles y a la ciudadanía.

Pero a la hora de la verdad nos encontramos con que los partidos tradicionales, Colorado y Liberal –este último aliado con los oviedistas– querían conformar su propia terna.

El resultado fue nefasto. Se conformó una terna en la que se resaltó que los tres eran del mismo color y para colmo este hecho fue presentado como una victoria política.

La respuesta no se hizo esperar y a la “atropellada” se eligió a dos ministros de la Corte y a uno de la Justicia Electoral, sin cuidar las formas legales. A esto se presentó como una revancha política.

Es bueno aclarar que entre los electos y los ternados hay excelentes profesionales. En esencia la cuestión no pasa por allí, sino por la forma en que se realizaron estas elecciones.

En esto no puede estar exento el presidente de la República, Fernando Lugo, quien en su campaña política había prometido transparentar la justicia, pero que finalmente ante la incapacidad de negociación se tuvo que rendir al cuoteo político que atenta contra la independencia de los magistrados.

Ante estas evidencias cabe preguntarse para qué está el Consejo de la Magistratura. En un año clave para la renovación judicial sus actos fueron contaminados por la intromisión política, en muchos casos avalados por sus mismos miembros.

Con lo ocurrido pierde la Justicia porque se deja un claro mensaje a aquellos profesionales independientes y altamente calificados que no tendrán cabida en la Justicia. Por ende, perdemos todos.

La clase política debe recapacitar. Observar quiénes son los que les están llevando a esto y las nefastas consecuencias que sobrevendrán para nuestro país.

La Justicia precisa un mensaje claro de respeto a la independencia e intolerancia a los actos de corrupción.

Si los sectores de poder entienden esto habrá esperanza para que internamente Paraguay no sienta esa inseguridad que azota a la ciudadanía y externamente recuperará una imagen que hace mucho tiempo la perdimos.


Fuente:ABC Color (13 de Diciembre de 2010)

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