martes, 5 de mayo de 2009

Sequía de valores

Mi tío Cheno (de Juan Nepomuceno), excombatiente de la Guerra del Chaco y prisionero por dos años en Bolivia, con quien aprendí el cultivo de tabaco, me hablaba siempre de José P. y Eusebio Ayala. El no tuvo mucha instrucción académica, más que la práctica para manejar el mortero, pero consideraba a aquellos dos estadistas como ejemplos de vida a ser imitados. El quería que alguna vez fuese como José P., a tal punto que cuando quedó ciego, cada vez que lo visitaba, le pasaba la mano sin decirle nada y al sentirme me decía: “nde piko José P.?”. Eso me incentivó a interesarme por la vida de aquellos políticos y a valorar aquellas personalidades dignas de ser referentes para la juventud.

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